Historia de España UD.7: El sexenio democrático.
- publicado por José Luis Usero Vílchez
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- Fecha diciembre 16, 2021
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TEMA 8: EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874). INTENTOS DEMOCRATIZADORES. DE LA REVOLUCIÓN AL ENSAYO REPUBLICANO
I. INTRODUCCIÓN
El final del reinado de Isabel II estuvo caracterizado por un marcado autoritarismo, así como por el desgaste político motivado por las continuas disputas entre moderados y progresistas, las cuales habían dominado la mayor parte de su mandato. Dado que los progresistas se sentían excluidos de la política española se aproximarán a los demócratas con el fin de poner fin al reinado de Isabel II. En 1866, tanto demócratas como progresistas suscribirán el Pacto de Ostende, donde defendían el derrocamiento de la reina, el impulso de unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino, la consecución de derechos como la libertad de imprenta y la elección de Juan Prim como presidente del gobierno. Posteriormente los miembros de la Unión Liberal se sumarán a lo acordado en Ostende.
En este tema analizaremos la primera experiencia propiamente democrática que tendrá España a lo largo de su historia. Su importancia es reseñable, ya que en ella veremos la primera experiencia republicana del país, pero también la cristalización de diferentes opciones políticas que dada su debilidad terminarán siendo derrotadas, abriendo un nuevo periodo en la historia de España conocido como la Restauración.
II. LA REVOLUCIÓN GLORIOSA Y EL GOBIERNO PROVISIONAL (1868-1869)
La situación cada vez era más insostenible para los últimos gobiernos del reinado de Isabel II, tan solo era necesaria la mecha definitiva para que todo prendiera. Esto tendría lugar el 19 de septiembre de 1868, momento en el cual el almirante Juan Bautista Topete lleva a cabo un pronunciamiento en la ciudad de Cádiz. Pronto se fueron sumando más militares como Prim, Serrano, Dulce… También la sociedad civil secundó los levantamientos, sobre todo tendrá especial éxito entre las clases burguesas y medias, aunque las clases populares se sumarán. Pronto se mostraría que el pronunciamiento no era uno tradicional, sino que perseguía el derrocamiento de los Borbones, de ahí que se le conozca como La Gloriosa. El lema que definiría a este movimiento sería “¡Viva España con honra!”, cita extraída de un manifiesto con el mismo nombre.
La resistencia del bando isabelino no se hizo esperar y el ejército que le seguía siendo fiel trataría de sofocar las revueltas que se extendían por toda España. El encuentro entre ambos bandos se produciría cerca de Córdoba, donde tendría lugar la batalla de Alcolea el 28 de septiembre de 1868 la cual se decantaría para el bando revolucionario.
La derrota isabelina provocaría su huída del país dos días después de la batalla. En paralelo a ello, en España se habían conformado multitud de Juntas con un carácter muy popular y cuyas demandas estaban inspiradas en el partido demócrata. Se pedía, por ejemplo, el sufragio universal, la supresión de los consumos y las quintas. En Madrid se conformará la Junta Superior Revolucionaria que tendrá el poder pero que prontamente irá perdiendo su cariz radical, dado que los protagonistas del proceso de cambio serán varios, no únicamente los demócratas.
El 3 de octubre la Junta Superior Revolucionaria encargará la formación de un Gobierno Provisional que tendrá como presidente a Serrano, quedando el ministerio de Guerra en manos del general Prim. De tal forma que la revolución se ponía en manos del sector más moderado de los revolucionarios (los ministros que lo componían eran progresistas y unionistas), por lo que las demandas anteriormente explicadas no cristalizarán y los cambios se quedarán en la consecución de algunas libertades políticas y civiles, la secularización del Estado (eliminación de la presencia de la Iglesia en el Estado), defensa de la libertad económica, rechazo a los Borbones y reformas hacendísticas. Además, otra acción que rápidamente realizará el gobierno será disolver todas las Juntas con el objetivo de controlar rápidamente la situación y evitar una radicalización del proceso revolucionario. Sin embargo, también aprobaron algunas medidas sociales como la supresión del impuesto de consumos, emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la revolución y decretó algunas medidas como la libertad de enseñanza y la de imprenta.
El Gobierno convocaría elecciones a Cortes constituyentes mediante sufragio universal masculino. Los resultados serían favorables para los liberales progresistas y unionistas, aunque la presencia de demócratas y de su sección republicana será muy destacada, sobre todos en las ciudades. Los isabelinos y carlistas no gozarían de tantos apoyos y representarían junto a los republicanos la oposición del gobierno.
Las ilusiones que despertó la Revolución Gloriosa comenzarían a menguar paulatinamente, ya que las expectativas por parte de las clases populares serían más altas de lo que finalmente se logró hacer. Por ello se producirán multitud de revueltas en ciudades como Jerez de la Frontera, Málaga, Tarragona…
III. LA CONSTITUCIÓN DE 1869
Serán estas mismas Cortes las que se encarguen de redactar una Constitución que viniera a sustituir a la de 1845 que era la que continuaba vigente. El 6 de junio de 1869 se promulgaría un nuevo texto constitucional. Contaba con 112 artículos y se inspiraba en la Constitución de Estados Unidos de 1787. Podemos afirmar sin lugar a dudas que este documento es la primera Constitución propiamente democrática de España debido a los novedosos elementos que recogerá.
Reconocía la soberanía nacional de base popular, lo que venía a señalar, precisamente, la relevancia que adquiría el propio pueblo español, frente a la relevancia de lo nacional que habíamos visto en anteriores textos constitucionales. La mejor forma de cristalizarlo fue el reconocimiento del sufragio universal masculino para los mayores de 25 años. Por supuesto se asumía la división de poderes, quedando el legislativo para el Congreso de los Diputados y el Senado; el ejecutivo era para el gobierno, siendo muy limitadas las posibilidades de que el rey gobernara, en tanto que la soberanía no residía en su persona; el judicial continuará residiendo en los tribunales de justicia correspondientes.
Pero además, y aquí sí encontramos importantes variaciones con anteriores textos constitucionales, en la de 1869 se reconocerán una serie de derechos y libertades individuales que o bien no habían aparecido anteriormente o no lo habían hecho con la misma amplitud, lo cual muestra como habían ido variando las dinámicas sociales y el peso que irán adquiriendo las clases populares en este contexto. Recogeremos algunas de las más importantes:
Libertad de cultos. Sin embargo, el Estado continuó haciéndose cargo del mantenimiento del culto católico. Fue una medida muy discutida ya que los carlistas y los sectores más conservadores defendían el carácter católico del estado, mientras que los más progresistas, principalmente republicanos, abogaban por una separación total entre Estado e Iglesia.
Derecho a la propiedad privada. Tiene una gran relevancia, ya que tenemos que tener en cuenta que en este periodo político los grupos republicanos y obreristas abogaban por un mejor reparto de la tierra, lo que sin duda chocaba con este derecho más típico de las clases burguesas.
Libertad de expresión y de enseñanza.
Aparecían otros derechos que anteriormente no habían estado presentes como el de manifestación, reunión y asociación, altamente relacionados con las consecuencias de la industrialización y la germinación del movimiento obrero.
IV. LA REGENCIA DE SERRANO (1869-1871)
La expulsión de Isabel II, así como el repudio de su dinastía, conllevó la necesidad de buscar un candidato para la corona española. España, según su constitución, asumía la condición de monarquía, aunque carecía de rey en esos momentos. Por este motivo, las Cortes designaron como Regente al general Serrano (unionista) quien asumiría la jefatura del estado mientras tanto. Él encomendaría a Prim (progresista) la formación de un gobierno, cuya primera labor debía ser la de encontrar un monarca para el país.
No era fácil la labor de Prim, ya que tenía que buscar un rey que hiciera frente a la difícil situación en la que se encontraba España y que en paralelo generara consenso entre las diferentes facciones políticas que dominaban en esos momentos las Cortes. Serán varios los candidatos, pero el proceso no fue del todo fácil. Primero porque la tendencia republicana cada vez estaba más presente, pero a su vez porque la facción carlista seguía defendiendo un candidato (Carlos VII) diferente a los “oficiales”.
Entre el resto de partidarios encontramos los siguientes:
Amadeo de Saboya (hijo del rey de Italia). Los progresistas eran partidarios de este candidato, especialmente Juan Prim que será su principal valedor. La Iglesia se le oponía como consecuencia de la rivalidad que su padre tendrá en Italia con los Estados Pontificios.
Antonio de Orleans (duque de Montpensier). Los unionistas y sectores más conservadores le apoyaban.
El infante Alfonso (hijo de Isabel II). La vieja clase terrateniente española temerosa del auge del movimiento obrero prefería la vuelta de los Borbones.
El general Espartero.
La decisión fue bastante difícil, además de por los elementos internos señalados, también porque fue una discusión de perspectiva internacional, dado que muchos de los candidatos eran extranjeros y diferentes estados como Francia, Alemania o Reino Unido defenderán y criticarán la elección de uno u otro candidato. Finalmente Amadeo será el elegido consiguiendo la mayor parte de los votos de las Cortes, pasando a denominarse a partir de ahora Amadeo I.
V. EL REINADO DE AMADEO I (1871-1873)
El reinado de Amadeo I no sería fácil, de ahí la brevedad del periodo. Antes incluso de que el propio monarca tomara posesión del cargo, Juan Prim, su principal valedor, sería asesinado el 27 de diciembre de 1870, cuando Amadeo ni había llegado a España. Tres días después llegaba el rey a España y el 2 de enero de 1871 juró la Constitución.
Prim había logrado mantener unidos a unionistas y progresistas, pero tras su muerte todo se disipó. Dentro del progresismo que apoyaba al monarca se formarán dos facciones. En primer lugar los constitucionalistas liderados por Sagasta que eran los más conservadores dentro del progresismo y que serán cercanos a los unionistas. Por otro lado tenemos los radicales bajo la dirección de Ruiz Zorrilla, partidarios de más reformas y que habían atraído a los monárquicos del partido demócrata. Por consiguiente, Amadeo no solo verá como su principal apoyo había sido asesinado, además el grupo político que debería apoyarle estaba tremendamente dividido, lo cual debilitaba aún más su posición dado los rivales y enemigos que encontrará.
Entre los principales problemas del monarca encontramos los siguientes:
Tercera Guerra Carlista (1872-1876). La llegada de un monarca de la dinastía de Saboya provocó el levantamiento de los carlistas. Esta vez apoyaban al que para ellos era Carlos VII. No tendrán un gran éxito aunque no por ello dejarán de ser un quebradero de cabeza para el rey. Los apoyos siguen siendo los mismos: partidarios del foralismo; sectores de la Iglesia que no quiere la separación de la religión y el Estado; campesinos que ven como la entrada del capitalismo les empobrece.
La Guerra de Cuba (1868-1878). Al igual que ocurriría con la independencia de las colonias del sur, la isla de Cuba también tendrá sus conatos independentistas a partir del llamado Grito de Yara (1868). Los criollos (descendientes de españoles en las colonias) serán los verdaderos protagonistas porque ambicionaban más poder, aunque también en el levantamiento residía la intención de abolir la esclavitud todavía presente en la isla. El conflicto terminará en 1878 con la Paz de Zanjón.
Los republicanos. Se convertirán en una opción cada vez más amplia y con ello desestabilizarán el reinado de Amadeo. No obstante, no podemos decir que fuera una tendencia mayoritaria, de lo que se valdrán es de la debilidad del resto de las facciones políticas. Dentro del republicanismo encontraremos una división entre federalistas y unitarios.
El descontento popular. Las clases populares, ya fueran urbanas o rurales, no vieron sus demandas abastecidas por lo que serán un gran foco de protestas y levantamientos. Uno de los principales será el bandolerismo, especialmente intenso en Andalucía. Asimismo, la entrada del anarquismo será muy reseñable también en el ámbito andaluz, lugar donde el problema de la tierra era bastante acuciante. La influencia de otras ideologías obreras no sería muy intensa, sobre todo debido a la ausencia de un proletariado industrial fuerte en el país. Pese a ello, lo que sí estaba claro era la desafección producida entre las capas populares y el gobierno, mayormente cuando la respuesta de este será la persecución de los elementos subversivos.
El rey respetaría las restricciones de poder que le ofrecía la Constitución, pero trató de proponer gobiernos que revirtieran la situación, aunque su éxito fue mínimo. Si bien al principio del periodo gobernaba Serrano, este será sustituido por Sagasta para que finalmente volviera el propio Serrano. Sin embargo, poco durará la situación porque Ruiz Zorrilla ocupará su poder. Vemos por tanto como existirá una alternancia entre los progresistas en sus diferentes vertientes y los unionistas de Serrano.
En este difícil contexto, Amadeo I decidirá abdicar el 10 de febrero de 1873. Su decisión abriría un nuevo contexto en el cual ninguno de los grupos políticos era capaz de imponerse a los demás. La situación de debilidad general será aprovechada por los republicanos que el día 11 de febrero proclaman la I República de España.
VI. LA I REPÚBLICA (1873-1874)
La I República nacía de la alianza de los propios republicanos con los progresistas radicales. Pese a ello, será una etapa condenada al fracaso desde el principio, ya que su surgimiento se había debido mayormente a la debilidad de los monárquicos tras la abdicación de Amadeo I que a un convencimiento pleno de la opción republicana. Además, el apoyo popular no será el suficiente, en tanto que el nuevo sistema no pudo o no supo satisfacer las demandas sociales. Por si fuera poco, los republicanos también estaban divididos dado que tenían diferentes visiones sobre la organización territorial del estado. Prueba de estas vicisitudes las encontramos en que en poco menos de un año se sucederán hasta cuatro presidentes dentro del periodo republicano. El republicanismo español en estos momentos se dividía en las siguientes tendencias:
Republicanos unitarios. Partidarios de un estado centralizado. Sus líderes eran Castelar y Salmerón. Eran los mayoritarios en la Cámara y querían integrar también a los progresistas en el nuevo régimen.
Republicanos federales. Abogaban la constitución de un estado federado, es decir, conformado por varias regiones o unidades territoriales con autonomía, libertades y competencias propias. Entre sus más destacados dirigentes encontramos a Pi y Margall y Figueras. Dentro de los federales encontramos a los llamados republicanos intransigentes, los cuales además tenían cierta influencia jacobina y propugnaban reformas sociales para mejorar la vida de los sectores populares.
A estas divergencias hay que añadir también que los grupos monárquicos, pese a no tener representación real, seguían siendo muy importantes. Además, los problemas heredados de etapas anteriores (Guerra de Cuba, 3ª Guerra Carlista…) continuaban teniendo especial relevancia.
VI.1. Estanislao Figueras
Si bien su objetivo era convocar elecciones a Cortes Constituyentes para elaborar un nuevo texto constitucional, la cantidad de circunstancias adversas a las que tendrá que hacer frente le impedirán tener cierto éxito en su cometido. Además de los típicos problemas hacendísticos, las guerras del país y las agitaciones sociales serán cuestiones que evitarán la profundización en las reformas. Algunas de ellas será el intento sin éxito de suprimir las quintas (obligación de servir en el ejército salvo que se pudiera pagar su exención) o la abolición de la esclavitud en Puerto Rico.
VI.2. Francisco Pi y Margall
Las elecciones a Cortes Constituyentes terminarán dando la victoria a los republicanos federales. La razón la encontramos en la abstención de las elecciones, con más de un 60% de la población sin votar debido a que los monárquicos no quisieron participar en el sistema. El nuevo presidente será Pi y Margall quien inmediatamente proclamará la República Federal. A la par empezaba la redacción de una Constitución federal a cargo de Emilio Castelar que quería dividir España en 17 estados, ampliando la declaración de derechos presente en la el texto constitucional de 1869. Pese a ello, la República tenía que hacer frente a multitud de problemas (Guerra Carlista, Guerra de Cuba, sublevaciones obreras…) lo que le llevó a acercarse a los sectores más conservadores para tratar de solventar las dificultades.
Ante la perspectiva de un posible viraje del gobierno, estalló la sublevación cantonal. Los cantones serán ciudades y pueblos que se proclamarán como estados independientes con el fin de asumir el federalismo de forma absoluta. Establecerán la democracia directa, suprimirán elementos como el impuesto de consumos y las quintas, alcanzarán una gran autonomía y realizarán reformas en defensa de las clases medias y populares. La mayor parte de los cantones se establecerían en Andalucía y el Levante peninsular, destacando los de Málaga, Cádiz, Valencia y Cartagena. En la formación de los cantones fue fundamental la labor de los republicanos intransigentes y del movimiento obrero. Sin embargo, el cantonalismo será el principio del fin del gobierno republicano, primero porque provocará la caída de Pi y Margall, quien dimitirá al negarse a reprimir la sublevación. Por otra parte, motivará que los republicanos unitarios miren con temor el proceso. En paralelo, las clases dominantes, que hasta ahora habían permanecido aletargadas, empezarán a conspirar con el fin de restaurar la monarquía ante el radicalismo que se había desatado.
VI.3. Nicolás Salmerón
La dimisión de Pi y Margall permitiría la llegada de Salmerón. Durante su corto gobierno se reprimirían la mayor parte de los cantones, con la excepción fundamental del de Málaga y Cartagena. Finalmente, el político almeriense dimitiría en septiembre de 1873 dado que se negaría a firmar un par de sentencias de muerte.
VI.4. Emilio Castelar
La llegada de Castelar al poder terminó por confirmar la deriva hacia el republicanismo unitario del gobierno. El principal objetivo que se puso el nuevo presidente era suprimir el movimiento cantonal, reprimir las agitaciones obreras y terminar con las dos guerras abiertas (Cuba y Carlismo). Si bien tuvo bastante éxito en la mayor parte de sus objetivos, la política que llevará a cabo terminaría por dinamitar los escasos apoyos que tenía el republicanismo español.
La difícil situación, los poderes extraordinarios asumidos por las Cortes y el temor a que los republicanos intransigentes volvieran a tener relevancia, provocarían que el 3 de enero de 1874 el general Pavía ocupara el Congreso y disolviera las Cortes. En esta ocasión no hablamos de un pronunciamiento, sino que estamos ante un golpe de Estado en el que no se buscaba un viraje político, sino más bien un cambio en el propio sistema. El general se apoyaría en importantes sectores del ejército y en la Guardia Civil para llevar a cabo su intervención.
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