Historia de españa UD. 4: el reformismo y los primeros borbones
- publicado por José Luis Usero Vílchez
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- Fecha diciembre 16, 2021
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TEMA 4. ESPAÑA EN LA ÓRBITA FRANCESA: EL REFORMISMO Y LOS PRIMEROS BORBONES (1700-1788)
I. INTRODUCCIÓN
Con la muerte de Carlos II (1700) llegaba a su fin el periodo de la dinastía de los Austrias. La llegada de una nueva familia real, los Borbones, no solo significaba el comienzo de una etapa en la que la corona cambiaba de manos, también suponía una nueva forma de gobernar. Los Borbones traerán consigo la monarquía absoluta, sin embargo, la mutabilidad de los tiempos y la llegada de las ideas ilustradas provocarán cambios también a la hora de gobernar, desarrollándose el Despotismo Ilustrado.
No obstante, la llegada de la nueva familia real no será fácil y estará precedida por una dura guerra que se extenderá desde 1701 hasta 1714. Tras ella, los Borbones se asentarán en España y, salvo algunos paréntesis, siguen reinando en nuestro país.
II. LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA
La muerte en 1700 de Carlos II sin descendencia provocó una inmensa crisis política en Europa. En su testamento quedaría nombrado Felipe de Anjou, de la dinastía de los Borbones, emparentado tanto con Carlos II (nieto-sobrino) como con Luis XIV, el rey de Francia de quien era nieto. Francia en estos momentos era la mayor potencia del mundo y Luis XIV el rey más poderoso de la época. Dado que Luis XIV fue un rey muy longevo (casi reinó 73 años y vivió 76, algo excepcional para la época), sus hijos se fueron muriendo, de tal manera que Felipe de Anjou podía ser un posible heredero al trono francés. Las potencias europeas se mostraban, por tanto, recelosas a que Felipe de Anjou ocupara la corona de España.
Reino Unido, Holanda, Portugal, Saboya y Austria desconfiaban de Felipe V, dado que asumían que su llegada al trono supondría el incremento del poder de los Borbones en toda Europa. Si tomaba la corona de España, tanto Francia como nuestro país podían aliarse al estar en manos de la misma familia y continuar potenciando la hegemonía francesa en el continente. Pero es que si quien al final terminara sucediendo a Luis XIV fuera su nieto Felipe de Anjou, se podía dar una unión dinástica de ambos reinos y que las coronas recayeran en la misma persona.
Esta situación motivaría que las otras potencias internacionales decidieran apoyar a otro candidato, también emparentado con el fallecido Carlos II: el archiduque Carlos de Habsburgo de la casa de Austria. Esta disputa por el trono desencadenaría la denominada Guerra de Sucesión Española (1701-1714).
Los bandos estaban claramente establecidos. Mientras que Felipe de Anjou contaba con el apoyo de Francia, el archiduque Carlos tendría de su parte a Austria, Reino Unido, Provincias Unidas (Holanda), Prusia, Saboya y Portugal. Los enfrentamientos empezarían en 1701, aunque se generalizarían a partir de 1702. Si bien fue un conflicto por la corona española, pronto adquirirá un carácter internacional, dado que los frentes de la guerra se desarrollarían también en el norte de Italia, Flandes, los territorios de ultramar y, por supuesto, la propia Península Ibérica.
El conflicto supuso una división interna en la Monarquía Hispánica. Los territorios de Castilla aceptaron a Felipe como rey, mayormente por el apoyo de las clases populares, dado que la aristocracia temía que impulsara excesivas reformas que minaran su poder. Por su parte, la Corona de Aragón terminaría respaldando al archiduque Carlos, al temer que Felipe impulsara medidas centralistas que terminaran con los fueros y leyes que dicho territorio tenía. Además, en Cataluña el recuerdo del papel de Francia y Castilla en las sublevaciones de 1640 estaba muy presente. Además, la propaganda ejercida por el bando del archiduque Carlos pondrá especial énfasis en destacar que si Felipe ganaba la guerra, los fueros aragoneses desaparecerían, imponiéndose los castellanos. No obstante, parte de la nobleza y oligarquías urbanas de Valencia apoyarían a Felipe V.
El conflicto en España se desarrolló casi siempre a favor de las fuerzas borbónicas. Solo algunas ofensivas como la toma de Gibraltar y la rebelión de la Corona de Aragón pusieron en apuros a Felipe. A partir de 1707 las tropas borbónicas ocuparon el reino de Valencia y, tras la victoria de Brihuega y Villaviciosa, Aragón.
En 1711 se producirá el punto de inflexión del conflicto. El hermano del archiduque Carlos moría y, consecuencia de ello, Carlos se convertía en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Sus aliados comenzarán a ver con cierto temor este hecho, porque podía provocar que el asumir también el trono español le terminará adquirir demasiado poder en el continente europeo. Consciente de la situación, Felipe decidió renunciar a sus derechos sucesorios en el trono de Francia lo que terminaba por provocar que Reino Unido y las Provincias Unidas decidieran abandonar su alianza con Austria.
Entre 1713 y 1714 se firmaron diversos tratados de paz, los más importantes el de Utrecht y el de Rastadt. Felipe accedía definitivamente al trono español asumiendo el nombre de Felipe V. No obstante, la coronación le saldría cara porque en virtud de los tratados de paz citados tendrá que ceder diversos territorios a los que antaño fueron sus enemigos:
- Austria: Se quedaría con Nápoles, el Milanesado, Cerdeña, Flandes y Luxemburgo.
- Saboya: se anexionaría parte del norte de Italia que pertenecía a España y la isla de Sicilia.
- Gran Bretaña: Se hacía con Menorca y Gibraltar, así como privilegios comerciales tales como el navío de permiso (derecho limitado a comerciar con las colonias españolas) y el asiento de negros (monopolio del tráfico de esclavos africanos hacia América).
Mientras tanto, los territorios de la Corona de Aragón ya habían sido conquistados por Felipe V, con la excepción de algunas regiones catalanes –incluida Barcelona- y las Baleares. Las instituciones catalanas decidieron resistir frente a los ejércitos borbónicos hasta que el 11 de septiembre de 1714 se tomaría Barcelona y en 1715 se haría lo propio con Mallorca.
III. EL ABSOLUTISMO BORBÓNICO: FELIPE V (1700-1746)
III.1. La implantación del absolutismo
La llegada de los Borbones no solo supuso el comienzo de una nueva dinastía, también conllevó la práctica de una nueva forma de gobierno muy propia del reino francés: la monarquía absoluta.
El primer gran ejemplo de este viraje lo encontramos en los Decretos de Nueva Planta: conjunto de leyes que abolían los fueros de la Corona de Aragón y terminaban por imponer la organización político-administrativa de Castilla. Felipe V los justificaría al asumir que él había conquistado estos territorios que previamente se habían rebelado contra él. Dado que los había anexionado, el derecho de conquista le amparaba para realizar los cambios legislativos que creyera necesarios. La derogación de los fueros de los territorios de la Corona de Aragón y la aplicación de los Decretos de Nueva Planta se realizarían de forma gradual, atendiendo al momento que se fuera conquistando cada territorio: Valencia y Aragón en 1707, Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716. De esta forma, las provincias vascas y Navarra sí conservarían sus leyes particulares.
La homogeneización política también afectaría a las Cortes de los distintos reinos, que terminaban por disolverse y se integraban en las de Castilla. El rey eliminaba el sistema polisinodial heredado de Felipe II y creaba las secretarías para que les sirvieran de asesoramiento (Guerra, Marina e Indias, Justicia, Estado y Hacienda).
En cuanto a la división territorial, se eliminaron los antiguos virreinatos (salvo los americanos) y se crearon demarcaciones provinciales dirigidas por un capitán general. Por otro lado, nacería la figura de los intendentes, funcionarios cuya misión era cobrar impuestos y controlar a las autoridades locales; con el fin de controlar el gobierno de las ciudades se utilizaría al corregidor. Todos estos nombramientos dependían del rey, por lo que se acrecentaba su dominio de los diferentes ámbitos de gobierno.
Por último, la llegada de los Borbones también trajo consigo la imposición de la Ley Sálica, norma procedente de Francia y que impedía a las mujeres reinar de pleno derecho. Lo máximo que podían alcanzar es ser la reina consorte del rey de turno.
III.2. El reformismo borbónico
La política religiosa también sería una obsesión para Felipe V, al permitirle el control de la Iglesia. Recuperaría el regalismo, es decir, intervendría directamente en los asuntos relativos a los nombramientos eclesiásticos. Además recaudaría las rentas de las sedes obispales vacantes. Para todo ello firmaría un Concordato en 1737 con la Santa Sede.
La reforma del ejército y la armada también sería un objetivo, en tanto que se asumía que representaba un reflejo del poder del Estado y de la propia política absolutista. El reclutamiento se comenzaría a realizar mediante levas, tratando de establecer un ejército permanente y profesionalizado. Asimismo, se trataría de hacer lo propio en la marina, fomentándose la construcción de astilleros (El Ferrol, Cádiz…) con el objetivo de revitalizar la armada española.
III.3. La política exterior
Tras las pérdidas territoriales ocasionadas por el final de la Guerra de Sucesión Española, los objetivos de la monarquía de Felipe V serían: 1) recuperar los territorios perdidos en Utrecht y 2) asegurar las colonias.
La política exterior contó con dos etapas diferencias, la primera es denominada política revisionista y estuvo dirigida por Alberoni. Consistía en la recuperación de los territorios italianos, lo cual se concretó con la ocupación de Cerdeña y Sicilia. Las potencias europeas protestaron porque eso rompía el equilibrio europeo que se quería asentar tras el Tratado de Utrecht y las tropas españolas se vieron obligadas a retirarse. La segunda etapa será llamada la política realista, en la que se aceptaba la imposibilidad de recuperar la posición hegemónica de antaño mediante la fuerza y la necesidad de recurrir a la diplomacia para obtener éxitos.
La existencia de la misma dinastía en España y Francia provocaría que los Borbones constituyeran constantes alianzas para participar en los conflictos europeos, amparándose en la existencia de una misma familia en ambos lugares. A esas coaliciones conjuntas las llamamos Pactos de Familia. En total encontramos tres pactos de familia, dándose dos de ellos en el reinado de Felipe V. El Primer Pacto de Familia tiene lugar en 1733 en el contexto de la guerra de sucesión de Polonia. Por su participación, el infante don Carlos, hijo de Felipe V, lograría la corona del reino de las Dos Sicilias. El Segundo Pacto de Familia se firmaría en 1743 y gracias a su participación en la guerra de sucesión de Austria, el infante Felipe, otro hijo de Felipe V, recibiría los ducados de Parma y Toscana.
IV. CARLOS III (1759-1788): EL REY ILUSTRADO
En 1724 Felipe V abdicaría en su hijo Luis I. No obstante, el nuevo monarca moriría en ese mismo año, por lo que Felipe V volvería al trono hasta su muerte en 1746. Le sucedería su hijo Fernando VI (1746-1759), quien caracterizaría su reinado por optar por la neutralidad en los conflictos bélicos del momento. Su fallecimiento sin descendencia ocasionaría la llegada de Carlos, otro hijo de Felipe V que por entonces era monarca en el reino de las Dos Sicilias. A partir de estos momentos reinaría con el nombre de Carlos III (1759-1788).
IV.1. La Ilustración
La Ilustración es un movimiento intelectual que surgirá en el siglo XVIII y que tendrá gran relevancia en Francia. Es un movimiento ideológico que pretendía reformar y cambiar algunos aspectos del Antiguo Régimen y se caracterizaba por la confianza absoluta en la razón. Defendían que el fin último del ser humano era ser feliz y para ello debía ser racional. Confiaban en el progreso de la humanidad y creían en la necesidad de la mejora en la educación, la igualdad civil entre las personas, una mejor eficiencia en el gobierno y hacían suyos los preceptos del liberalismo económico. Este pensamiento chocaba con las bases más sólidas del Antiguo Régimen -como el absolutismo y la división estamental- por lo que se granjearán una fuerte oposición entre sectores de la nobleza y la Iglesia. Algunos pensadores de este movimiento fueron Montesquieu (defensor de la separación de poderes), Rousseau (habla de la necesidad de un contrato social entre gobernantes y gobernados) o Voltaire (exaltaba la tolerancia religiosa).
A mediados del siglo XVIII, estas ideas empiezan a llegar lentamente a España a través de pensadores como Jovellanos, Floridablanca, Olavide, Campomanes, etc. No formaban un grupo homogéneo, pero coincidían en su interés por la ciencia, el espíritu crítico y la idea de progreso. Para ellos los objetivos prioritarios fueron la educación y el desarrollo económico del país, enfrentándose contra los estamentos privilegiados opuestos a los cambios (nobleza y clero). La mejor plasmación de las ideas ilustradas en España la encontramos en las Sociedades Económicas de Amigos del País, unas asociaciones que surgían para difundir el conocimiento y las ideas propugnadas por la Ilustración, con el fin de dinamizar la sociedad y economía de la España de estos momentos. Las Sociedades reunían a grupos de ilustrados para desarrollar la economía de sus provincias y fomentar la educación técnica de artesanos y campesinos.
IV.2. El despotismo ilustrado de Carlos III
La llegada de Carlos III al trono supuso un gran cambio a la hora de gobernar. El soberano asumía su posición de preeminencia a la hora de gobernar, pero pretendía hacerlo bajo los preceptos ilustrados. A esta forma de gobernar se le denominaba Despotismo Ilustrado. Carlos pretendía reformar la economía, así como la organización de la administración, todo ello amparándose en el ideal ilustrado (racionalismo, intelectualismo, protección de las artes…). Sin embargo, sus inicios no fueron fáciles ya que pronto se daría cuenta de la oposición que le mostrarían los privilegiados. La llegada de consejeros extranjeros (Grimaldi, Esquilache…) tampoco le ayudarían.
Será uno de los asesores del rey, Esquilache, quien plantee una polémica medida. El ministro quería recortar las capas que portaban los españoles, así como evitar que se usaran sombreros de ala ancha. Esta decisión, unida al malestar por la presencia de extranjeros en la Corte, la oposición de los privilegiados ante sus reformas y, sobre todo, la escasez alimentaria que afectaba a las clases populares terminaría provocando el llamado Motín de Esquilache (1766). Una revuelta en la que se sucedieron multitud de protestas en Madrid. Tras la crisis, el monarca se vio obligado a destituir a Esquilache y a moderar sus reformas. A partir de entonces se rodearía de los ilustrados españoles: Campomanes, el conde de Aranda, el de Floridablanca, Cabarrús, Olavide, Jovellanos…
Las reformas de Carlos III las podemos resumir en las siguientes:
- Religiosas. Expulsó a los jesuitas haciéndoles responsables del Motín de Esquilache. Limitaría el poder de la Inquisición, seguiría con el regalismo y recortaría las tradiciones religiosas populares.
- Económicas. Incentivaría medidas liberales para favorecer la libre circulación de las mercancías y limitar la intervención del Estado. Además crearía la Lotería Nacional. Se intentarían sustanciales cambios en la agricultura, aunque no terminarían de triunfar. Se planteará un debate sobre la propiedad amortizada y el sistema señorial, al considerarse que detenían el avance y desarrollo económico. Reduciría los privilegios de instituciones como la Mesta y colonizaría regiones despobladas de Sierra Morena con inmigrantes procedentes de otras regiones de Europa, siempre y cuando fueran católicos. También se harían informes relativos a la situación agraria con el fin de solucionar los problemas del campo español. El más relevante será el llamado “Informe sobre la Ley Agraria” de Jovellanos, donde el consejero del rey entendía necesaria una reforma agraria con el fin de repartir algo mejor la tierra, defendiendo que por el norte se concentrara mejor la tierra –era una zona con muchas propiedades minifundistas- y que por el sur los latifundios no fueran tan extensos.
Respecto al comercio, eliminaría las aduanas interiores y liberalizó el comercio colonial (en 1765 decreta el fin del monopolio del puerto de Cádiz para comerciar con América). Por su parte, en la industria se limitaría el poder de los gremios, dando facilidades para el establecimiento de nuevos talleres y bajándose los impuestos para fomentar producción y consumo. Los talleres manufactureros se multiplicaron especialmente por el norte de España.
- Militares. Servicio militar obligatorio y reorganización del ejército.
- Sociales e Institucionales. Se intenta dignificar el trabajo (los nobles lo consideran deshonroso) y se apuesta por el desarrollo educativo. Se crearán multitud de Academias dedicadas al estudio de las letras y las ciencias. Además se protegerá el arte y el mundo de la cultura. Un ejemplo lo encontraremos en Madrid, donde Carlos III llevará a cabo un ambicioso plan de embellecimiento de la ciudad.
Con respecto a la política exterior, Carlos III abandonaría la neutralidad que otrora mantuviera su hermano Fernando VI y continuaría con los pactos de familia con Francia. En este caso firmaría el Tercer Pacto de Familia (1761) que llevaría a España a participar tanto en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) como en la guerra de Independencia de las Trece Colonias norteamericanas (1775-1783). Gracias a esta participación España volvería a conseguir territorios, recuperando Florida, Menorca y Sacramento (Uruguay).
V. ECONOMÍA Y SOCIEDAD
V.1. Economía
La agricultura era la actividad económica predominante. Pese a ello, los rendimientos eran tremendamente bajos, dado que el desarrollo tecnológico era escaso y la dependencia de las incidencias meteorológicas alta. Asimismo, el campo español continuaba poseyendo una estructura de tipo feudal y problemáticas como la existencia de propiedad amortizada y la mala calidad de la tierra. Las consecuencias más inmediatas de lo planteado lo encontramos en la multitud de crisis de subsistencia que se darían en esta época. Para revertir esta situación los Borbones introducirían varias reformas como la difusión de nuevos cultivos (patata, maíz…), diversas leyes (libertad de comercio) o creación de obras de irrigación. Pese a ello, no tuvieron el éxito esperado.
La industria de la época era manufacturera. Esta artesanía se orientaba sobre todo a los mercados locales y estaba dominada por los gremios (asociación de trabajadores del mismo oficio). La política económica de los Borbones era mercantilista (acumulación de metales preciosos, medidas proteccionistas para ello) por lo que fomentaron los aranceles para ayudar a las manufacturas locales y evitar la salida de capitales al exterior. También se crearon las Reales Fábricas, grandes talleres de manufacturas públicos. Será a partir de estos momentos cuando comiencen las dinámicas industrializadoras en Cataluña, gracias tanto a las medidas proteccionistas como a la industria lanera y relacionada con la vid que existía allí.
Por su parte, en el comercio encontramos importantes cambios. El comercio interior en España adolecía de una importante falta de infraestructuras, así como la existencia de multitud de aduanas y peajes que impedían un correcto trasiego de las mercancías. Con los Borbones se intentaría cambiar esta situación. Primero porque se construyeron multitud de caminos para facilitar la comunicación entre regiones, pero también porque la homogeneización de la corona se dejó notar en términos comerciales, ya que se suprimieron tanto las aduanas como peajes que separaban Aragón y Castilla. En el comercio exterior debemos distinguir el realizado con Europa del mantenido con las colonias americanas. El europeo se caracterizó por una relación desigual, dado que España solía exportar materias primas y alimentos e importaba manufacturas, lo que fomentaba la dependencia exterior y establecía una economía deficitaria. No ocurría lo mismo con el comercio americano porque de las colonias se extraerían materias primas (cacao, azúcar…) y se mandarían manufacturas españolas. Pero sí se introducirían importantes cambios aquí, debido al liberalismo propugnado por los Borbones. Ejemplos de las reformas introducidas aquí:
- Supresión del sistema de flotas. Ya no será necesario conformar una flota para comerciar con América.
- Creación de compañías comerciales para dedicarse al comercio de un producto de forma monopolística.
- Liberalización del comercio americano. Ya se ha citado anteriormente que Carlos III liberalizó el comercio indiano desde 1765 ampliando el número de puertos que podían operar en este territorio.
V.2. Sociedad y cultura
Si por algo se caracterizaría la demografía de estos momentos es por su crecimiento continuo. Las razones debemos verlas en el descenso de la mortalidad catastrófica, sobre todo por la desaparición de ciertas epidemias y la disminución de las crisis de subsistencia. En paralelo, la natalidad continuó en ascenso debido a las mejoras sanitarias e higiénicas, así como por la falta de métodos anticonceptivos. Pero también será potenciada por las políticas natalistas que incentiva la corona.
El crecimiento demográfico será desigual, viéndose la periferia peninsular más beneficiada que el interior del país. Serán también los Borbones quienes lleven a cabo multitud de censos con el fin tanto de mejorar la fiscalidad del reino, como de controlar demográficamente el país. Ejemplos de estos censos son el Catastro de Ensenada o el censo de Floridablanca.
Desde el punto de vista social se mantenía la antigua división estamental de origen medieval basada en el nacimiento y en la desigualdad jurídica que creaba privilegios jurídicos y fiscales (pago de impuestos).
Los estamentos privilegiados (nobleza y clero) eran dueños de la mayor parte de la propiedad territorial, no pagaban impuestos y ostentaban los cargos públicos. El clero constituía poco más del 2% de la población y la nobleza, a la que se pertenecía por nacimiento o designación real, no sobrepasaba el 5% de la población, aunque ambos estamentos poseían extensas propiedades y numerosos señoríos en los que administraban justicia y de los que extraían importantes rentas.
El tercer estamento, el de los no privilegiados, era el más heterogéneo al estar compuesto por el resto de los habitantes del reino (burguesía, campesinos y sectores populares urbanos). Todos compartían su aislamiento del poder político y la necesidad de trabajar y de pagar impuestos, aunque su nivel económico era muy variado. La burguesía comercial e industrial aumentó su importancia aunque no sobrepasaban el ámbito de algunas ciudades como Barcelona o Cádiz. Mientras tanto los campesinos eran la inmensa mayoría de la población y estaban sometidos a un régimen señorial que les obligaba a entregar la mayor parte de sus rentas agrarias.
Por otro lado, la cultura española vivió una época de marcado esplendor gracias a la propia difusión de la Ilustración, pero también debido al mecenazgo de los Borbones en el campo de las artes y ciencias. La investigación científica avanzó, como demuestran expediciones por tierras americanas y el Pacífico (ej. Celestino Mutis). Pese a ello, el tradicionalismo español se impuso y no prosperaron en exceso. Sí lo hizo el campo de la literatura (Moratín) y el periodismo (El Censor), pero sobre todo el arte. En la arquitectura se impuso el canon neoclásico gracias a la influencia de arquitectos extranjeros (Juvara, Sabatini), aunque también destacó Juan de Villanueva. El campo pictórico fue para Francisco de Goya, retratista de toda una época. Mientras que la escultura continuó con la senda que abrió el barroco en artistas como Francisco Salzillo.
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