El Pinsapar de Sierra Bermeja.
Hace unos 6.5 millones de años se produce la conocida como crisis Messinense con la que se cierra el Estrecho de Gibraltar causante de una posterior desecación del mar Mediterráneo que deriva en una reducción de la vegetación subtropical en beneficio de la mediterránea, más favorable a ese clima seco. En esas circunstancias, los abetales de pinsapo quedan acantonados en las cimas de las montañas, en el sur de la península Ibérica y en las montañas del Rif, donde encuentran condiciones ecológicas parecidas a las de épocas anteriores, más frías y húmedas.
Con la apertura nuevamente del Estrecho de Gibraltar, hace unos 5 millones de años, quedan aisladas las especies actuales en las zonas más altas de las montañas, generalmente en laderas umbrías con orientación norte. Estas poblaciones han llegado hasta hoy en día, aunque con importantísimas mermas, manteniéndose en la actualidad exclusivamente en tres sierras andaluzas, las Sierras de Grazalema y Líbar (Cádiz-Málaga), la Sierra de las Nieves (Málaga) y Sierra Bermeja. En las cimas de Sierra Bermeja crecen las únicas poblaciones sobre peridotitas, con pinsapos herederos de un único pinsapar que coronaba estas cumbres bermejense, hoy dividido en tres pinsapares aislados: el pinsapar de los Realillos (Genalguacil), el pinsapar de la Mujer (Casares) y el pinsapar de los Reales (Estepona).
Como resultado de esta singularidad biogeográfica, los pinsapares constituyen islas de biodiversidad, con numerosas especies asociadas, tanto plantas como animales, muchas de ellas también endémicas, por lo que deben considerarse un patrimonio natural de inmenso valor merecedor de la máxima protección.